Pensaba escribirte una despedida digna de mí, una despedida franca y sentimental; pensaba decirte todo lo que me hiciste sentir y describirte una a una las experiencias tan bonitas y emocionantes que me hiciste pasar... Pensé escribirte un poema como los demás, pensé que podría convertir el dolor de decirte adiós en un fragmento más de mi alma y dejarlo aquí para recordarte después; sin embargo, al verme aquí, frente a la pantalla y el teclado me quedé inmóvil con el lienzo en blanco, con mi mente en blanco, con el alma en blanco, con mi corazón en blanco porque no hay nada, porque ya ni siquiera te odio, porque no puedo tampoco quererte, porque nunca me dejaste amarte, porque nunca fuimos nada, porque todo fue siempre nada, porque siempre fuimos nada, porque los besos no significan nada, porque las caricias no son nada, porque las miradas no dicen nada, porque el palpitar no causa nada, porque hacer el amor no significa nada, no hay nada, no dices nada, no haces nada; solo miras que me he ido y nada, quizás ni siquiera pienses nada y se que en tu mente no hay nada... pero a pesar de todo, no me arrepiento de nada.
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